China ha vuelto a crear una alarma global tras dejar caer sin control parte de un cohete de su ambicioso programa espacial, el Larga Marcha-5B Y4, que puso en órbita la última fase de su estación espacial. El módulo del cohete pesa 20 toneladas, aunque la fricción contra la atmósfera suele desintegrar buena parte de esta chatarra espacial en su vuelta a la Tierra. Esta es la tercera vez en dos años que las autoridades espaciales chinas generan este peligro global, que la NASA ha calificado en otras ocasiones de irresponsable. La órbita caótica de la chatarra espacial en la que China se deshace de este módulo hacía muy difícil calcular cuándo y dónde caería concretamente, aunque sí se conocía su trayectoria de entrada, que incluía España. Finalmente, el aparato golpeó la atmósfera terrestre en el Pacífico sur, según el Ejército de EE UU. El riesgo de que cayeran piezas de chatarra espacial sobre el espacio aéreo obligó, por precaución, a paralizar la actividad en distintos aeropuertos españoles. Barcelona, Tarragona, Ibiza y Reus dejaron de operar, según ha informado Protección Civil, aunque también hubo retrasos en Barajas. En torno a las 11.00 horas peninsular española, llegaron las primeras noticias de ciudadanos que habían observado el fogonazo de la reentrada del cohete sobre Melbourne (Australia), coincidiendo con la órbita prevista. A las 11.01 horas realizó su entrada sobre la atmósfera del Pacífico sur, según el mando espacial del Ejército de EE UU. “Una vez más, la República Popular China está asumiendo riesgos innecesarios”, ha criticado el administrador de la NASA, Bill Nelson. “No compartieron información de trayectoria específica que se necesita para predecir las zonas de aterrizaje y reducir el riesgo”, acusó Nelson en un comunicado en el que señalaba que es la cuarta reentrada descontrolada desde 2020. “Es fundamental que todas las naciones que realizan actividades espaciales sean responsables y transparentes en sus actividades espaciales”, reclamó Nelson, que advirtió que estos restos “muy bien podrían resultar en daños importantes o pérdida de vidas”.
“Una vez toca la atmósfera, la caída es muy vertical. Decir que golpea con la atmósfera o contra el mar es prácticamente lo mismo”, explica Alberto Águeda, coordinador de programas de vigilancia espacial de la compañía GMV. El riesgo sobre España fue real, explica Águeda, ya que sobrevoló el norte de la Península por Castilla y León, Aragón y Cataluña.