Axtla.- El sol apenas asoma y el centro del pueblo ya huele a campo fresco. Entre los pregones del mercado y el ir y venir de los compradores, una presencia humilde pero alegre comienza a destacar: montoncitos de frutas redondas, doradas como botones de sol, que anuncian que la temporada de jobo ha comenzado.
Originario de los árboles que crecen con libertad en los patios, solares y montes de la región, el jobo baja de las ramas directo a los canastos que cargan con orgullo las mujeres y hombres de las comunidades. Son ellos quienes, con manos curtidas y sonrisas amplias, llegan al comercio local para ofrecer esta fruta que, para muchos, es un verdadero tesoro estacional.
"¡Lleve el jobo, bien fresco y del bueno, recién cortado del cerro!", grita un vendedor con voz entonada, como si pregonara poesía, mientras ofrece bolsas rebosantes de frutos que parecen pequeñas esferas de sol.
El jobo no solo se come; se transforma en agua de sabor, de esas que bajan como bendición cuando el calor aprieta. Basta licuar su pulpa con un poco de azúcar y hielo, y el resultado es un vaso de frescura líquida que calma hasta el alma.
"La gente ya nos espera. En cuanto empieza agosto, ya preguntan si traemos jobos. Es una fruta que se disfruta mucho, pero también nos ayuda, porque lo poquito que vendemos se convierte en algo para la casa, para la escuela de los niños", comparte doña Emilia mientras acomoda su mercancía sobre una manta colorida.
Y es que el jobo no llega solo. Llega con historias, con infancia, con recuerdos de aquellos que trepaban árboles para comerlo directo del tallo. Llega con la voz de las abuelas que enseñan a preparar la mejor agua, con los dedos manchados de amarillo y la lengua medio dormida por lo ácido. Llega, como cada año, a recordarnos que lo más simple puede ser también lo más valioso.
La temporada es breve, fugaz como los atardeceres de verano, pero mientras dura, el jobo tiñe los días de sabor, color y memoria. Así, entre el bullicio del mercado y el murmullo de los árboles, la fruta del campo vuelve a ser protagonista de agosto... y de la vida.